El término “aesthetic” ha adquirido un nuevo significado en la era digital, especialmente en plataformas como Instagram y TikTok, donde los usuarios utilizan este concepto para expresar no solo su sentido de la moda, sino también su identidad y estilo de vida. Estas estéticas, que combinan moda, maquillaje, accesorios y comportamientos, se han convertido en una forma poderosa de comunicar personalidad y pertenencia a una subcultura específica. En este contexto, las tendencias de moda se han acelerado como nunca antes, evolucionando a un ritmo frenético donde una estética puede dominar un día y desaparecer al siguiente.
¿Qué es una “aesthetic” y cómo funciona en la moda?
Una “aesthetic” en el ámbito de las redes sociales se refiere a un estilo visual específico, una cohesión entre elementos que van más allá de la ropa, incluyendo maquillaje, accesorios, decoración e incluso comportamientos o elecciones de estilo de vida. Esta estética tiene un fuerte enfoque en lo visual, lo que la convierte en un concepto ideal para las redes sociales, que se nutren de contenido visual rápido y fácilmente consumible.
Las estéticas son adoptadas, modificadas o creadas por usuarios que buscan diferenciarse o alinearse con ciertas comunidades. Al hacerlo, definen un tipo de expresión cultural que va más allá de la simple moda, integrando aspectos emocionales, nostálgicos y simbólicos. Además, en plataformas como Instagram y TikTok, estas estéticas pueden viralizarse rápidamente, lo que significa que una tendencia que era de nicho puede pasar a ser global en cuestión de horas.
La nostalgia como motor de las estéticas: El renacimiento del Y2K
Una de las estéticas más populares en los últimos años es la Y2K, que se inspira en la moda, la tecnología y la cultura pop de finales de los años 90 y principios de los 2000. Este estilo es fácilmente reconocible por elementos como los jeans de tiro bajo, tops cortos, clips de mariposa, zapatos de plataforma y colores brillantes y metálicos. La moda Y2K representa una fascinación por una era que muchos de los jóvenes en redes sociales apenas experimentaron, o experimentaron durante su infancia.
Esta estética no solo es visualmente llamativa y nostálgica, sino que también aprovecha el deseo de revivir épocas anteriores. En muchos casos, los usuarios de la Generación Z están adoptando estos estilos por primera vez, redescubriendo la moda de una época que, para ellos, tiene un aire vintage y, al mismo tiempo, futurista. Este renacimiento nostálgico ha impactado de manera significativa en la moda rápida, donde las marcas rápidamente se adaptaron para ofrecer productos que replicaran el estilo Y2K y satisfacer la creciente demanda.
El éxito del Y2K muestra cómo la moda impulsada por las redes sociales no se limita a una recreación de estilos pasados, sino que también permite a las nuevas generaciones reinterpretar estos looks según sus propios valores y perspectivas. Las marcas de fast fashion han capitalizado esta tendencia, lanzando rápidamente colecciones que evocan la nostalgia pero con toques modernos. Sin embargo, esta rapidez también destaca uno de los principales problemas de la moda rápida: la falta de durabilidad de las tendencias.
La calma costera: La irrupción del estilo “Coastal Grandmother”
En marcado contraste con el estilo colorido y atrevido del Y2K, otra estética que ha ganado popularidad es el estilo “Coastal Grandmother” (Abuela Costera). Esta tendencia, que inicialmente parece inspirada en mujeres mayores que viven en la costa y llevan una vida tranquila y acomodada, ha sido adoptada por personas de todas las edades. Esta estética se caracteriza por ropa cómoda y clásica, con suéteres oversized, telas de lino, colores neutros y un estilo de vida relajado.
El estilo “Coastal Grandmother” tiene un enfoque más maduro y minimalista, priorizando la calidad sobre la cantidad y promoviendo una moda que está más en línea con la sostenibilidad. En lugar de depender de la compra constante de nuevos productos, esta estética aboga por prendas atemporales que pueden ser usadas una y otra vez, lo que contrasta fuertemente con el rápido ciclo de la moda rápida.
Además, el “Coastal Grandmother” ha sido visto como una respuesta a la vida agitada que propone la moda rápida y las redes sociales. Muchas personas que adoptan esta estética también están eligiendo estilos de vida más lentos, promoviendo valores como el bienestar, la conexión con la naturaleza y el minimalismo. Esto resalta una tendencia emergente hacia la desaceleración y la sostenibilidad, aunque sigue siendo parte de una moda globalizada y compartida en redes sociales.
Estéticas en constante evolución: de la viralización al olvido
Uno de los aspectos más fascinantes de las estéticas en la moda rápida es la velocidad con la que emergen y desaparecen. Lo que en el pasado habría durado una temporada completa, hoy puede convertirse en una micro-tendencia que se viraliza y se olvida en cuestión de semanas. El ciclo de vida de una tendencia se ha acortado drásticamente debido a la velocidad con la que los influencers y las plataformas de redes sociales promueven nuevos estilos.
Hoy en día, un look que domina los feeds de Instagram y TikTok puede ser reemplazado por otro en cuestión de días. El Y2K y el Coastal Grandmother son solo dos ejemplos de estéticas que han dominado el escenario, pero la lista es interminable: Cottagecore, Dark Academia, e incluso subculturas como E-girl o Soft boy también han tenido sus momentos de auge, antes de ser desplazadas por la próxima tendencia.
Este fenómeno ha generado una presión creciente tanto sobre los consumidores como sobre las marcas. Los consumidores se sienten empujados a mantenerse al día con las nuevas tendencias para evitar quedar «desactualizados», lo que puede ser costoso tanto desde el punto de vista económico como ambiental. Mientras tanto, las marcas de fast fashion están en una constante carrera por producir y distribuir productos que se alineen con estas micro-tendencias antes de que desaparezcan.
Sostenibilidad vs. velocidad: el dilema de las estéticas virales
El problema que surge de este rápido ciclo de moda impulsado por las redes sociales es la tensión entre la sostenibilidad y la velocidad. La moda rápida prospera en la inmediatez, pero esta prisa tiene un costo elevado: el impacto ambiental. La producción rápida de ropa a menudo implica materiales de baja calidad, condiciones laborales cuestionables y una enorme cantidad de residuos textiles.
Sin embargo, la popularidad de estéticas más lentas y sostenibles, como el estilo Coastal Grandmother, sugiere que también hay un interés creciente por una moda más consciente. Cada vez más consumidores están reflexionando sobre el impacto de sus hábitos de compra y optando por estilos que priorizan la durabilidad y la responsabilidad ambiental.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es probable que veamos una tensión continua entre estas dos fuerzas opuestas. Las redes sociales seguirán alimentando nuevas estéticas y tendencias a un ritmo imparable, pero también podrían jugar un papel clave en la promoción de la moda sostenible. Influencers, marcas y consumidores tienen el poder de cambiar la narrativa, optando por una moda que no solo se vea bien, sino que también sea respetuosa con el planeta.